07 agosto, 2010








Las personas somos como los chicles.
Son tan perfectos recién sacados del paquete. Pero los mordemos, los destruimos y les quitamos la forma. Lo mismo pasa con algunas personas, les hacen daño, y nunca vuelven a ser como lo eran antes.
Y cuando el chicle ya no tiene sabor, cuando ya no te divierte más, y está insípido, ¿qué hacemos? Lo
tiramos, lo escupimos y lo dejamos ahí, tirado y pegado en el suelo.
Eso mismo le pasa a las personas, que algún día, terminaremos tirados en el suelo.

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