22 julio, 2010






La vida no perdió su encanto. Fuimos nosotros los que perdimos el gusto por la vida.
Perdimos la inocencia, la capacidad de asombro, la fe en el futuro, la iniciativa, el hambre de progreso, las ganas de cambiar lo que hay que cambiar. El desencanto nos aísla, nos encierra, nos separa, nos vacía de sueños.
Una generación desencantada es una generación de muertos en vida. Una generación desencantada pide a gritos un milagro, algo que les devuelva la fe en la magia. Para encantarse con la vida una generación necesita rebelarse.
El mundo cambia cuando nosotros cambiamos, y para eso hay que creer que el cambio es posible. Te pueden decir que no se puede, te pueden decir que no, una y otra vez no, que esto es lo que hay y que más allá de esto no hay nada, solo un triste desencanto, y que vos no podes hacer nada, que hagas lo que hagas no va a cambiar nada. Es mentira, es FALSO. Más allá del desencanto está tu vida, tus sueños, y si vos no los haces realidad alguien los vive por vos, alguien se adueña de tus sueños, de tu vida. Mientras todos te confirman que nada tiene sentido, mientras bombardean a una generación desencantada, acá hay otra generación, encantada con la vida, y con la realización de sus sueños.

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